Ángeles Mastretta: “A Gabriel García Márquez el periodismo de hoy le deprime”
"Publiqué mi primera novela ("Arráncame la vida") a los 32 años, entonces sentí que llegaba tardísimo a la literatura"
Por Patricia Garma Montes de Oca (El diario de Yucatan)
María de los Ángeles Mastretta estudió Periodismo y fue becaria del Centro Mexicano de Escritores, tiempo en el que se dio cuenta de que escribir no era tan sencillo. "Pensaba 'no, ¡qué horror!, ¡no voy a poder escribir un libro nunca!'. Es "Angelitos" para sus amigas de la infancia. Su abuelo le apodaba "Huesitos", de tan flaquita que era, y también "la Maestra Liendre", porque en todo se metía y de todo opinaba. Ángeles Mastretta adora los chales (llega con uno al cuello) y hoy le preocupan dos cosas: no tener chapas en las mejillas y no recibir a tiempo a su marido, Héctor Aguilar Camín. "No vamos a tardar, ¿verdad?". Como muchos escritores, Ángeles Mastretta empezó siendo periodista. "Creo que todo buen periodista es un buen escritor, luego puede ser un ficcionador o no. Un escritor incluso es un periodista de sus emociones o de las historias de los demás". A Gabriel García Márquez el periodismo de hoy le deprime, porque no ve en los medios impresos las joyas literarias de antes...No creo eso, pero claro ¡no pueden estar los periódicos llenos de "Gabos"!, escritores como él no se repiten; pero veo gente comprometida con la literatura, desde los periódicos. Lo que no veo en ninguna parte son trabajos de investigación. Si aparecen cien fosas inmediatamente les llaman las "narcofosas", ¿de dónde sacaron eso?, ¿quién dijo que eran víctimas del narco?, ¿dónde están las pruebas? No nos podemos seguir dando notas sin indagar y el primer problema es que no le pagan a un reportero por dedicarse un mes a investigar...
¿Cómo te volviste escritora?
Primero oyendo, luego conversando. Mi papá escribía desde joven, lo hacía como un hobby porque no le pagaban, escribía dos columnas semanales: temas automovilísticos y "Temístocles Salvatierra", un vendecoches como él. Recuerdo que mi papá escribía los domingos y era como su día de descanso, su alivio; entonces derivé que allí debía de haber un placer y también quise escribir, pero no supe cómo.
Ángeles Mastretta estudió periodismo en la UNAM y un maestro descubrió que había inventado una tarea. "Me dijo que yo era en realidad una escritora. Le dije que no. Terminé la carrera, trabajé en 'Excelsior' y 'Ovaciones' y al mismo tiempo obtuve una beca del Centro Mexicano de Escritores, sólo para darme cuenta de que no sabía escribir... así que durante los siguientes ocho años no escribí nada, pensaba 'no, ¡qué horror!, no voy a poder escribir un libro nunca'; así que empecé a hacer periodismo de opinión y aparte escribía cosas para mí, malos poemas".
¿Qué sentiste la primera vez que viste un texto literario tuyo publicado?
Publiqué mi primera novela ("Arráncame la vida") a los 32 años, entonces sentí que llegaba tardísimo a la literatura. Antes publiqué cositas y no, no me acuerdo de mi primer texto, creo que fue un cuento en la revista de Bellas Artes... "Arráncame la vida" le dio a Ángeles Mastretta el Premio Mazatlán 1985, y todos creen que se trata de una novela autobiográfica porque está narrada en primera persona. "¿Cómo va a ser una historia personal si pasó hace cien años?", se queja. "En algunas crónicas, reflexiones y artículos escribo en primera persona porque soy yo, pero es muy distinta a la primera persona de Catalina Ascencio. Y sí, estoy ahí presente cuando invento, pero Catalina no soy yo".
Decía Ernesto Sábato que reconocía a un escritor, no por lo que escribe, sino por lo que borra, ¿te es difícil borrar parte de tu obra?
Sí, porque te encariñas con tus adjetivos, pero al mismo tiempo te vas volviendo cada vez más exigente en quitar palabras y no andarte con recovecos. Quitar adjetivos es complicado, quitar párrafos es complicado... pero muchísimas veces cuando los quitas y llegas a donde querías llegar lo disfrutas horrores. En opinión de la escritora es más fácil saber qué sobra en el texto de alguien más que en tus propios textos, incluso es más fácil saber qué le sobra a tu texto una vez que ha sido publicado. "Me ha pasado muchísimas veces pero creo que le pasa a todo el mundo cuando lee su obra ya publicada y se pregunta '¿por qué puse esto?'".
¿Te arrepientes de algún libro, de algún cuento?
No, si acaso de algún párrafo.
¿Cuando escribes te aíslas, tratas de evitar influencias o de leer a otros autores para no "contaminarte"?
A veces hay que leer a otros precisamente para no contaminarse. Por ejemplo, el tono de García Márquez es precioso, elocuentísimo, pero personalísimo; es bueno darse cuenta que lo estás leyendo para saber que no lo estás copiando. Hay muchas cosas que uno mira por primera vez pero sabe que existen desde que nació, y esa magia hay que contarla diferente. Ahora bien, Borges es una influencia que me inhibe, no lo puedo copiar, pero puede agobiarme. En resumen, es imposible no leer mientras escribes.
¿Qué te gusta leer?
Poesía del Siglo de Oro, una influencia que se nota menos.
¿Existe la literatura femenina? ¿Te molesta el término?
Creo que fui de las primeras en protestar por eso, me parece un agravio dividir la literatura, porque además lo femenino siempre ha sido como de "segunda": el tenis femenino se transmite los sábados y el masculino los domingos, por ejemplo... entonces hablar de literatura femenina es minimizar la literatura; lo que sí es cierto es que hay una mirada diferente en las mujeres; por ejemplo, buena parte de los hombres que escriben sobre mujeres desgraciadas terminan "suicidándolas", Ana Karenina o Madame Bovary se matan; en cambio una mujer las hubiera salvado. Otro ejemplo: no se habla de la medicina femenina sino de "la Medicina", pero un doctor mira diferente que una doctora. Esta mirada distinta se nota más en la literatura porque es más nueva, las mujeres son más protagónicas en los libros escritos por mujeres, pero tiene lógica. En el modo en el que se resuelven los personajes o las situaciones se nota.
¿Qué mujeres marcaron tu vida y por qué?
Mi abuela, mi madre, mis amigas, mi hermana, mis primas y mis tías, y la siguen marcando. El entorno familiar para mí fue muy importante; en mi medio las mujeres no eran menos, no eran maltratadas, eran beligerantes, no se sentían abusadas... esa especie de placidez o de gusto por ser mujer no me dio trabajo adquirirlo; luego grandes personajes me marcaron, como Sor Juana, un genio insuperable, apta para todo, muy inteligente, racional y al mismo tiempo vulnerable, valiente y curiosa; es imposible no empaparte de algo excepcional y en mi caso me pasó con Sor Juana. Cuando eres adolescente resulta divino leerla. Ángeles Mastretta es una mujer feliz. Lo gritó a los cuatro vientos en su conferencia el pasado miércoles en la Uady, como parte de la XXV Semana de la Contaduría Pública, motivo de su presencia en Mérida. Pero no siempre fue así. "Tengo epilepsia. Muchos años viví con esa carga inhóspita, era muy vulnerable, viajaba sola y con miedo, me mareaba y tuve dolores de cabeza 30 años, pero no hablaba mucho de eso. Cuando los doctores acertaron con las dosis de medicina que me estabilizó me volví menos vulnerable, y por eso tal vez más feliz".
¿Qué opina una mujer feliz de las mujeres que sufren y exhiben su sufrimiento? ¿Se vale usar la literatura o el arte como catarsis?
Sí, claro, todo se vale, hay quienes la usan para odiar, lo cual me da mucha flojera. Lo que hay que preguntarse es si vale la pena leer esas cosas. Yo creo que arte es lo que conmueve, y cómo lo consigas no importa...
Fuiste la primera mujer en ganar el Premio Rómulo Gallegos por "Mal de amores", ¿eso fue importante para ti?
Ese premio me dio mucho pero me abrumó; lo ganaba gente con muchos más años que yo, fue como envejecer de repente a los 49 años (ahora tiene 60). Los premios son como las rifas, son azarosos, no creo que un libro que gane un premio sea mejor que otros no premiados.
¿Cuál es tu mejor premio?
Acabar un libro, ésa sí es una inmensa felicidad, te da paz y placer, y verlo por primera vez publicado, esa emoción... pero luego empiezas a pensar en tu siguiente libro...
Y aunque el siguiente será sobre sus padres, una historia real, lo que realmente adora Ángeles Mastretta es la ficción. "La gente la agradece porque les entregas un mundo redondo, la gente quiere que le regales un boleto para un viaje. Y cuando consigues crear un personaje que marca la vida de otros también te lo agradece. Emilia Sauri y Catalina Ascencio son personas que para mí sí existieron, sé dónde viven si paso de repente por una casa, son reales... Un día mi hija (Catalina) me vio contemplando la sala y me dijo: ¿qué te pasa?, ¿estás extrañando a los Sauri? y es que viví tanto tiempo con esa familia en 'Mal de amores' que ya los extrañaba...".